Este mes, se cumplen 113 años del aniversario natalicio de la gran pintora mexicana Frida Kahlo. Su vida comenzó un seis de julio de 1907 y marcó una vida que no fue sencilla, llena de dolor por sus interminables problemas de salud y múltiples desaires amorosos, sobrellevó sus días explotando su capacidad artística, y sensibilidad y regalando al mundo sus grandes obras.
Para Frida Kahlo sus lienzos se convirtieron en una vía para liberar sus emociones, en especial el dolor que la perseguía. Aunque ella nunca quiso incluir sus creaciones en la corriente surrealista, lo cierto es que muchos críticos consideran que sus pinturas mostraron en muchas ocasiones una clara unión entre sus sueños y su realidad.
Autorretrato 1926
En 1926 Frida Kahlo pinta su primer autorretrato a los 19 años de edad, en ese momento sufría las consecuencias del grave accidente que la dejó mucho tiempo postrada en cama. Frida no podía ver más que el techo de su habitación. Su madre, conmovida, crea para ella un caballete especial, que le permitiría pintar desde cama. A un lado del caballete, un espejo; fue así que Frida Kahlo comenzó a autorretratarse. Este sería el cuadro que daría inicio a su exploración personal.
Las dos fridas
En este cuadro, Frida se inspira en el recuerdo de una amiga imaginaria que tuvo a los 6 años de edad, un alter ego. En el cuadro representa sus dos herencias culturales: a la izquierda, la europea; a la derecha, la indígena.
Viva la vida
Este fue el último cuadro que Frida firmó antes de morir. El cuadro es una celebración de la vida. Frecuentemente la sandía es una fruta asociada a los esqueletos del día de muertos. Así, una vez más, vida y muerte danzan en un cuadro de Frida Khalo.
Frida se despide diciendo “Viva la vida”
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